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Manual de Instrucciones

18 feb 2018




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Llegamos anoche, salimos tarde de Mar del Plata. Antes cuando estaba casada, aún sabiendo manejar, ni se me pasaba por la cabeza hacerlo  para eso contaba con Marcelo. Mucho menos sola, quiero decir, sin él. Y con el divorcio, aparecieron novedades y desaparecieron temores a fuerza de una realidad que me obligaba a hacer lo que antes temía, o pensaba que no podía. Por supuesto, ya no había novelas para leer o fotos para sacar en los trayectos, tampoco esas otras cosas de "mama y esposa" -mate, galletitas, agua, "ma me das papas fritas ?, o me siento mal, ma, quiero vomitar-" en el  ida y vuelta del viaje.

Cuando empece a hacerlo sola, o con las nenas y Margarita, la bretona, me pasaron millones de cosas, chocar, no choque, ni fui agarrada al volante como si por ósmosis el auto se condujera en franca soledad, con nosotras adentro. Aprendí a disfrutarlo a mi manera y terminé improvisando, descubrí que teníamos la libertad de escuchar lo que queríamos, así que cuando perdía la señal de la radio, ya tenía un cd armado por amigos, o mis propios favoritos, y  la música  de las nenas. Reconozco ahora, que yo tenía una idea desfigurada de la cuestión, pensaba que si Marcelo manejaba, mínimamente la radio le pertencía.

Finalmente como buena taurina, tuve mis temores y torpezas de entrada - pónganle que me perdía en la ciudad tratando de salir para la costa, no lograba tomar en directo la autopista Buenos Aires- La plata, y las nenas se morían de risa- pero luego me agrandé, y hasta lo tomé como algo lúdico. Así como los chicos, juegan mirando las patentes de los autos, mi  incentivo pasó a ser, jugar con  los otros autos, como si fuera corredora de  fórmula uno, pasar, dejar pasar, hacer luces, mirar los atardeceres de una manera diferente. Recuerden que como les dije antes mi jurisdicción de madre y esposa ejemplar, pasaba por desarmar todas las valijas, ordenar ropa, guardar, hacer camas y cocinar, y las nenas, clishé de familia feliz. Después de perder un tiempo considerable llorando por el divorcio, recuperé cordura, alegría y hasta empecé a divertirme un poco. Ojo no estoy haciendo apología del divorcio, simplemente digo lo que me costó crecer, aceptar y despertar un poco.

Entonces, volviendo a lo que les contaba un poco más arriba, ahora salgo a la ruta y  juego carreras con desconocidos, para ver cual de todos llega primero a MDQ. No soy peligrosa, viajo con perra y nenas pero mientras duermen, me divierto muchísimo.

Tampoco me crean todo lo que les digo, no soy la figurita feliz de Instagram o de Pinterest, me quiero hacer la feliz y mostrarlo a veces, y como dijo una gran escritora de muy bajo perfil, pero de presencia enorme “Cuando uno es feliz, esta tan entregado a esa felicidad, que le está pasando, que no pretende en el momento  otra cosa que estar sumergida ahí”.
Deje de escribir, porque debí entrenarme cual apaleada alumna de clase de Crossfit, para volver a ordenar mi vida. Y una de las cosas que ordené fue mi relación con el auto y los viajes de mas de 500 km.
El personaje principal de este blog, "Amelia", como saben falleció, hace meses, y sin embargo apareció una gemela Paraguaya, que ya no me reta, me dice "Señora ana, lo estamos hablando", tiene celular y la calma de un pueblo al mediodía.....No sabe cocinar, hace las camas al revés, pero eso para mi no tiene importancia, yo le enseño y ella aprende más rápido de lo que pensaba, Margarita la adora, y todo lo que quiero hacer es llegar a casa, y absorber esa tranquilidad paraguaya que me bloquee de los pesares de un trabajo que no me sirve para nada,  y que cumplo a rajatabla como absoluta mercenaria sólo por el sueldo.Así que esta parte, también me ha tranquilizado bastante.

Lo que me tiene en vereda, son las pequeñas de este blog, que dejaron de serlo para asomar con mucha crudeza a la peor de las edades de los humanos, la adolescencia feroz, justo a mi que dejé millones de actividades para dedicarles más tiempo y hacer de ellas, personas con aplomo y medios de defensa para el otro futuro terrible que son los cuarenta. Vuelvo atrás, no abandoné otras posibilidades de mejorar en el trabajo por ellas, descubrí que lo único que quería hacer era estar con ellas. 

Y de pronto, todo volvió a cambiar otra vez,  las tres entramos en una adolescencia cruel y egoista. Y el hecho de abandonar otras tareas si se quiere para crecer en la carrera,  y garantizarles una mejor calidad de vida, hubiese fracasado igual que  mi sonora presencia en la casa, para formarlas en persona. En síntesis, hice al revés les di demasiada pelota toda la que no me daban a mi y salio mal o igual. 

De pronto, las tres mosqueteras nos transformamos en personas, egoistas, echando culpas a pasados dolorosos, a divorcios insospechados, creyendonos con derecho a compensarlo haciendo absolutamente lo que se nos cantaba.

 Aquí tomo la posta, la adulta soy yo, pero me quise permitir aflojar al ritmo de los acontecimientos y les entregué todo el terreno a ellas. Esa parte, sigue trabada, sin embargo me lo vuelvo a permitir "Pude lo que pude",ya veremos como recupero un poco de autoridad y respeto. 

  


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Cuentos de Hadas suburbanas . Todos los derechos reservados. © /Desarrollo: Maira Gall / Ilustraciones: Lau Rolfo