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Historia de una casa en cuarentena

5 may 2020





Ella sigue cargando su soledad, pero una que no hace más que sacarle carcajadas, y reunirla con gente desconocida. De modo que no puede hablar de algo que no está pasando, en realidad es un retiro condicionado. Una demostración de ello, es que su presencia hace que la casa, como un niño o un a perra, su bretona, le demande atención, entonces cual película de terror, las cosas se le rompen una tras otra. No ve "gente muerta", ni  objetos  moviéndose, o puertas abiertas que antes cerró.  Pero nota que  la casa está detonada por su presencia. Un poco la comprende, porque a ella le pasaba antes de divorciarse, ella necesitaba regresar antes que su entonces marido, para que el tiempo hasta su llegada, le bajara la rabia de un plumazo y pudiera, sostener lo que ya no era. En el caso de ella, empezó a haber distancias silenciosas, algo se cocinaba entre ambos. Su conclusión no fue otra que esa, la casa no la estaría soportando en su interior todo el tiempo. No sería, en este caso una cuestión seria, sino una cosa de espacios, la casa necesitaba volver a su rutina, ella no.

 Primero empezó por inundársele la cocina, por supuesto con lo que ello supone, todo el interior de los muebles  y objetos dentro,  y debajo de la pileta, porque el agua, esquivaba las cañerías, y se arriesgaba entre blems, lavandinas, repuestos de lamparitas de luz y otros productos, todo mojado. Eso no la desanimó, plantó bandera y dió batalla. Todos los días iba a lavar vajilla y demás en los baños de la planta alta. Hasta que el confinamiento, permitió que plomeros y electricistas, la rescataran de cada mínima catástrofe, con la que la casa como la vida la apaleaba. 

Una noche, la indujo a ver una pelicula de terror, quiso asustarla, y lo logró, gritó hasta aterrar a la perra, se pasó de copas, y como estaba desacostumbrada no pegó un ojo en toda la noche, la cama le giraba, igualito que cuando pendeja, volvía pasada de Rainbow o algún otro lugar donde la adolescencia, la trasladaba para reirse un poco,  de cierta mezcla de inmadurez y arrogancia, que la hacía provocar estragos en la vida real, de los que no tenía por supuesto ni sapiencia, experiencia o control entonces, solo una adrenalina desmesurada y antojadiza de aventuras.  Vomitó, lloró sola, pero ni lerda ni perezosa, asumió su responsabilidad de adulta, aunque no recuerda en que momento finalmente se durmió. Al despertar, ya se sentía mejor, recordó algo de la noche, y se dirigió inmediatamente al baño, horror, el diablo descargó su ira sobre el inodoro, las paredes, después desapareció y la dejó dormir. No acusó recibo, decidió tomar su café, le habían caído whatsapp, mensajes, algo de mercado libre, facebook, correo. Cuando llegó a la cocina, no salía agua, ahora tenía el bendito sistema de PSA, no cree que de esto la vaya a sacar el Chapulin colorado, recordó que el chico que se lo instaló, le dijo que podía llegar a taparse la salida del agua y le mostró, como destrabarla con una especie de destornillador, novedoso por lo pequeño, absolutamente de plástico, lo intentó, algo giró, pero ya no tenía fuerzas. Decidió salir a pasear a su perra y librar a la casa por un rato de ambas. Tal vez, mágicamente el aparato volviera a funcionar. Fue cuando regresó, más lucida y animada que se le ocurrió que tal vez hubiesen cortado el agua. Empezó abriendo todas las canillas de la planta baja, nada, ni una gota de agua fría, le preguntó a algunos vecinos. El barrio entero no tenía agua !!!!, no era un coletazo de la casa. Suspiró y entró victoriosa !!!

Quien era la dueña de la casa eh ????...Entró a tweeter porque el 0800 para la atención al público de aysa, estaba complicado, no había gente para contestar e informar eso de la falta de agua. Hizo un escrache masivo, y escuchó que el lavarropas había terminado. Cuando fue a poner la ropa en el secarropas, la casa le dio con un jab, al encenderlo se oía un ruido como de auto ahogado, probó tres veces más hasta que el olor a quemado invadió todos los ambientes,  tal vez era azufre lo que percibía, otra vez intentaba provocarla, si la casa, que viene a ser la protagonista del cuento, la quería espantar de nuevo anunciándole que podía tener una patita en el más allá. Lo que unas cuantas paredes, y un techo de madera y tejas no sabían, eran los dotes para el tenis de su dueña. Un saque, y una buena bolea adelantada, le cerraron el pico y le quebraron el servicio, tomo el celular, buscó tienda on line garbarino y en una semana tenía un nuevo secarropas, mucho más moderno y potente que el anterior, (aplausos, ovación).

Ahora, ella y la casa están a mano, cada una sabe quien es la otra, se respetan la cuarentena. Ella sale con Pipi, por lo menos una hora por día salvo cuando llueve. Antes de las 20 hs. en que todos los negocios cierran, tiene otra rutina de salida. El tema son las plantas y la limpieza, por eso este techo de ella, firmo una tregua, porque de eso se está encargando ella !!!! 

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Cuentos de Hadas suburbanas . Todos los derechos reservados. © /Desarrollo: Maira Gall / Ilustraciones: Lau Rolfo