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Ella

4 abr 2020




Ella está sola con su perra, carga a cuestas un dolor intenso, un dolor de mamá a quien alguien le ha quitado sus cachorros, pensó que era tan grande que no iba a sobrevivir, y sin embargo sigue en pie, cada vez con más esfuerzo. En un día normal, se despierta a eso de las 9 de la mañana y como todo el mundo, de madrugada tiene unas ganas intensas de hacer pis, y se la banca, vuelve a dormir. A veces, se duerme tan profundamente, por la pastillita que le dan a esos fines, que se pasa de las 9, y la despiertan los ladridos de la perra abajo. Han pasado tanto tiempo juntas, que se entienden a la perfección aunque crean que esto no es posible. Entonces se levanta, abre las ventanas de par en par, se pone cualquier cosa, lejos del latex, y la figura insinuante de Mila Jojovich, intentando salvar al mundo de la comunidad "Umbrella", una empresa farmacéutica,  que iniciaron dos tipos muy diferentes "Ashborne" y "Spenser" que les permitiría obtener recursos para mantener y ocultar sus investigaciones con un virus progenitor que trajeron de Africa, luego de leer una historia de un científico que descubrió algo allí muchísimo tiempo antes.  Sin embargo entre ellos, comenzó a haber  roces, el primero quería usar el virus para ayudar a la humanidad con fines médicos, el otro estaba obsesionado con la inmortalidad y crear el humano perfecto. Hete aquí que iniciaron una verdadera pandemía, como la que Ella en el fondo desea, tal vez el coronavirus sea algo como eso, porque la verdad que no quiere volver a la normalidad en que vivía, y no solo eso, sabe que esta vez no va a sobrevivir.

Asi que volviendo a la rutina, se lava los dientes, se viste con cualquier cosa que encuentra, enciende el led de la cocina, mientras seca algunas cosas escucha que atraparon un micro que venía del norte, lleno de gente infectada a su suerte, baja el volumen porque cae un whastapp en su celu, lo escucha esperanzada pensando en alguna de sus hijas, pero no, tres mensajes de Marta Haff, sobre como va a seguir con sus ventas a pesar de lo que sucede, vuelve a la cafetera, le queda poco café y no soporta pensar que se va a quedar sin él, caro, pero express, los Starbucks están cerrados, no tienen nada de primera necesidad, salvo su café. Prepara la leche, el pan, la manteca de mani saludable, y escucha que el gobierno propone a las pymes y demás pequeñas empresas, sacar préstamos, a intereses muy bajos para pagar sueldos y demás a los trabajadores, alguien se incorpora a la conversación, y sostiene que este país no tiene espalda económica como los europeos, para mantener a la gente en su casa todo el invierno, y los monotributistas ?, los que viven el día a día....vuelve a caer otro whasapp, la bretona ya sabe donde ponerse para ligar el último pedazo de tostada, esta vez es la señora que todos los días hace una meditación para los guerreros y guerreras de la luz, amenizando con alguna lectura de Paulo Cohelo, pasa, son veinte minutos, y por desgracia le gustaría ser guerrera pero como la de las películas de acción. Sube y baja, de acuerdo a lo que lee el volumen de las noticias. Mira el correo. Chequea el hombanking, alguna historia de instagram, algo divertido de Tweeter, y se lee un cuento más de Mariana Enriquez "Las cosas que perdimos en el fuego".

Decide sacar toda la basura que ha juntado, y limpiar el patio, barrer las hojas que cayeron todas juntas de la Santa Rita y el Laurel, toma el único limón que le dió el pequeño árbol, y con una paciencia de geisha, recoge todo, luego tirará un balde con agua con lavandina y procenex.

Hay un sol precioso, un amigo chileno que se asume escritor y le envió un libro por correo, le manda un messenger desde Santiago de Chile para contarle que recibió el de ella, que le compró el último de su jefe-profe Pedro Mairal, y que está como un niño pegando saltitos de alegría. Le agradece la dedicatoria y le promete enviarle el último que ha escrito con una carta, como en los viejos tiempos. Eso la pone feliz. Se sienta en su pequeño jardín y lee el cuento de Elsa, la niña del muñon, y luego el de Pablo que clavó un clavito, y el criminal más raro de toda la historia argentina, el petiso orejudo, terribles historias de Mariana Enriquez, en el mientras tanto lee el diario, hace trampa con instagram, saca fotos. Parece que son ella, pipi la bretona y el celular.

En la mejor parte del petiso orejudo, salta un whatsapp de "Aguante el B", Nane, después Alejandra, la colorada desesperada de ambición, idéntica a su ex, Nora, etc, etc, etc, son el rezago de un quinto año que ya fue, se odian entre ellas, viven del chisme, lee los whastapp borra los mensajes, y en la parte del cuento, en la que pablo toma un clavo y se sienta en un sofa, lejos de su hija y su mujer, ya no duda y se borra del grupo....las mujeres nunca van a cambiar. Ella tiene sus amigas, cada vez son menos, pero creció, sólo necesita a las que de verdad se preocupan por ella. Y a esta edad, ya no le cabe nada. Asi que se liberó de ese grupo de engrupidas. Algunas son mejores y conserva sus celulares. Al resto se las cruzará por el barrio y las saludará.

Después carga todo lo que ensució y debe lavar en una palangana rosa chicle, la única que tiene, lo hace en el baño que era de las nenas, se tapó la cañería de la cocina, y se rompió el toilette, y esta tarde dejó de funcionar el secarropas. Cuando tiene todo limpio regresa, lo seca y lo guarda. Hoy decidió limpiar la cocina, empezando por la mesa de madera alta, le recomendaron cera, primero hay que pasarla con un trapo y después con uno de lana no parar hasta que corra fácil, y brille. Lo mejor es el aroma que deja la cera sobre la mesa de madera, después tocará el turno de los electrodomésticos y demás de acero inoxidable.

Más tarde, luego de almorzar algo, se mira una película, termina un dibujo para el blog, le pide consejos a Pedro su amigo, el artista plástico para salvar un dibujo que la superó. Habla con Ale, que está en el Británico con un cáncer galopante, que la fulmina con infecciones intrahospitalarias o la famosa enfermedad de la carne cruda que ahora también circula por su sangre. Le pide que no la deje, le cuenta que tiene antibióticos para una semana, y ella le manda cosas para que se ría....más tarde Carolina le avisará a qué hora empieza la clase de yoga. Después saca a la bretona, y, como no tiene corazón, o no entiende lo que pasa, camina seis cuadras ida y seis vuelta sin que nadie la detenga, no limpia las patas de pipi con agua y jabón pero si se lava las manos todo el tiempo. Esto ocurre a eso de las siete, y siete treinta, sale a buscar un par de botellitas de champang que Kay le tiene para ella, luego pide sushi, sigue viendo capitulos sin parar de "The walking dead", y sigue oliendo la cera en la mesa de la cocina. Habla con su mamá, se ríe y le hace chistes, cosa de no hablar de la tristeza que la embriaga más que las botellitas mini que tomó, después Pipi se retira a la poltrona que le compró, ya son las 11 de la noche, sube a su cuarto.

Mañana es domingo, se repetirá todo otra vez.....solo que habrá publicado este post

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Cuentos de Hadas suburbanas . Todos los derechos reservados. © /Desarrollo: Maira Gall / Ilustraciones: Lau Rolfo