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La historia de Geta

28 jul 2021


Se despertó como siempre, rumiando felicidad como un gato entre las sábanas, que busca manos cariñosas.El sol le pegó de lleno, y atinó a cerrar los ojos, manoteó sorprendida los lentes de sol que por fin había decidido comprar, sin sentirse culpable por un gasto que le parecía superfluo. No era fanática de los anteojos de sol, de hecho no podía distinguir entre buenos, malos, finos, berretas, y claramente, tampoco ponía empeño en cuidarlos. Justo cuando se daba por vencida, los reconoció tirados entre el piso y las pantuflas. Se durmió otra vez con los anteojos puestos, liviana en la transitoria noche fresca que le regalaban  detrás de esa pequeña oscuridad. El aroma de una flor que no podía reconocer, resultaba tan persistente que terminó por levantarla. Se estiró, cuan larga era, tenía el cabello rabiosamente claro, color maíz, lleno de rizos sedosos y brillantes. Se pasó la mano como al descuido, para ordenar el alboroto del pelo y bajó corriendo por las escaleras. La casa estaba vacía, pero habían hecho café. Mientras lo tomaba de un sorbo, pispeó en el garage el jeep del abuelo. Lleno de polvo, y de años al rayo del sol y la arena, en minutos estaba manejando por la costa. 

Greta era feliz de una manera sencilla, sin pretensiones. Esa mañana decidió comprarse un libro, entró pura sonrisa, le encantaba pasar horas en la librería que estaba sobre Alem. Envidiaba al dueño, y al mismo tiempo le parecía un hombre atractivo e interesante a pesar de la edad que los distanciaba. Se escondía al fondo, y siempre estaba escribiendo en una notebook en medio de un silencio intimidante. Esta vez, había alguien más, un chico le cerro el paso y la saludó desde el pestañeo de unos ojos notablemente azules. Devolvió el saludo con una mueca de muñeca de trapo asustada, y siguió hacia el fondo, empezó a dar vueltas y le llamaron la atención unos libritos de una autora belga : Amelie Nothomb, las fotos de la novel escritora eran de lo más curiosas, se sonrió porque le pareció que hasta le guiñaba un ojo. Entonces empezó a leer : "Me pareció que enseñar francés sería el método más eficaz para aprender japones. Dejé  un anuncio en el tablón del supermercado "Clases particulares de francés, precio interesante", buscó la solapa desde la que sentía que Amelie se reía", Amelie Nothomb nació en kobe (japón) en 1967, su familia proviene de Bruselas, pasó su infancia y adolescencia en Extremo Oriente..."
Leyó un par de hojas más, y ya no pudo dejarlo, fue decidida a la caja. Había dos o tres personas más. Una chica le preguntó si quería agregar algo, contestó que no. El chico que se le había cruzado al entrar tomó el libro y preguntó quien se lo llevaba. Ella, rápidamente descubrió detrás de la caja una fotografía de él, pero con doce o trece años. Era el hijo del dueño que instintivamente la buscó en la cola para pagar y la encontró detrás de dos señores mayores muy serios, que habían comprado novelas históricas. Escondió la cara entre el brillo de su melena rubia por pura timidez, cosa poco común en ella. Dudó un poco como hacía siempre entre avergonzada y desenmascarada, en un susurro le contestó que se lo llevaba ella. El chico la miró fascinado, y le preguntó si conocía a la autora, ella contestó que si, después de todo durante los quince minutos que se mantuvo parada en aquella esquina de la librería,   había llegado a la página cinco. En ese lapso, creyó conocerla, eso valía para fanatizarse con una forma de escribir ?.

De pronto él, le mostró un señalador que se había quedado unas páginas antes del final. Si, lo había estado leyendo pero no pudo terminarlo. Sin embargo insistió sobre el libro, la genialidad de su autora y la coincidencia, la siguió con la mirada, sonreía embobado hasta que logró que Greta terminara sonrojada, con él dándole vueltas como un gato entre las piernas. Greta se sentía la más torpe, la más fea y sin embargo aquel par de ojos color cielo le devolvían la imagen de una princesa, no cualquiera, la de aquella Elfa en el maravilloso mundo Hobbit, Arwen. Pero aquel precioso Aragorn, la pudo a punto tal que salió disparada, trepó al jeep y arrancó pura adrenalina, se reía a carcajadas, mañana volvería sin duda.

La verdad casi se había terminado la historia parada ahí como quien entra a un bar y se toma un trago, el final es el que todos querríamos para un romance pasajero, pero lleno de pasión entre adolescentes. cosa que seguramente echara raíces de las mas eróticas, si arrancamos por el titulo del ejemplar : "Ni de Eva, ni de Adán". Y todo gracias a la novela de Amelie.



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Cuentos de Hadas suburbanas . Todos los derechos reservados. © /Desarrollo: Maira Gall / Ilustraciones: Lau Rolfo