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Being Alive....

13 feb 2022


 Simplemente maravilloso....se los quería compartir. Y recomendarles "Historia de un divorcio".

La soledad ocupa mucho espacio

6 feb 2022









Estoy sentada en la cama mirando como la Santa Rita, llena de flores fucsia en cualquier momento se mete a través de mi ventana, me toma la mano, y yo dejo  mi cuerpo y soy literalmente una Santa Rita. El sol pega fuerte, pero yo soy solo una mas de sus ramas, me siento ligera. Hay un nido de zorzales, me da curiosidad. Sin embargo, un chasquido me devuelve a mi cuerpo, a mis angustias, a los clichés de amigos, que se repiten una y otra vez : "Tenes que seguir con tu vida","La vida no es para soportarla sino para disfrutarla", "tus hijas a pesar de su edad van a crecer y lo van a entender todo"esa es la mas repetida, o "menos mal que no están con vos, porque volverías a llorar de nuevo, acordate de vos cuando eras chica".



Si bien mi infancia fue distinta, recordé pelearme mucho con mi papa. Brotes inesperados de mi mama, que tenia que hacer todo ella sola. Tengo nítido el día que almorzando, se gritaron tanto delante nuestro y de todo el mundo, que tome la mano de mi hermana y salimos del restaurant y yo pura adrenalina, le explique "divorciarse" quería decir separarse. Lo llamativo es que para mi era algo singular, algo que nos iba a hacer especiales, les íbamos a contar a nuestros amigos, tal vez nos mudaramos. Cuestión que en ningún momento me altero y a mi hermana que apenas entendía, menos. Finalmente no sucedió, creo que hicieron un trato, algo como "vive y deja vivir". 

Después truenan los recuerdos de veranos en Villa Gessel. Ahí mi mama se llevaba siempre a Eva para que la ayude. Si efectivamente la empleada domestica, una de las que mas quise, venia con nosotras a la playa y por suerte le hacia a mi mama, la vida mas ligera, liviana, por fin la veía sonreír. Alquilabamos una casa tipo alpina, que me encantaba. Estaba casi dentro de un bosque y me la pasaba juntando piñas. A la semana de estar de vacaciones aparecía mi tía, yo la adoraba, ahora me doy cuenta que soy una replica de ella y mi mama.Se quedaba con nosotros hasta que volvíamos a casa. Yo todas las mañanas me tiraba de la cama al piso, y me hacia la que se había caído sin darme cuenta. Quería llamar la atención, que me dieran mas bola.

De ahi salto directamente a un pueblo "La Violeta", pasaba las vacaciones de invierno con mi mejor amiga entonces que se llamaba Ileana. Me encantaba estar ahí, recuerdo el día que Ileana y yo, pusimos las patitas en el pueblo, al toque nos hicimos amigas de todos los chicos del lugar.A sus papas los llamábamos "El Toto" y "La Tota".

                
La torta la manejaba "la Tota", Ileana y yo éramos sus cómplices. Me pegan las galletitas y los bizcochitos que nos iba dando, mientras preparaba prolijamente el mate, durante el viaje al campo, al pueblo. Mi amiga estaba profundamente enamorada de un chico que se llamaba "Dario". En la casa del pueblo había una mesa de pool gigante, ahí aprendi a jugar, a andar en moto. Me hice amiga de muchas chicas, salíamos en las motos por la avenida del pueblo a la madrugada, mientras Ile prefería quedarse con su novio.

Recuerdo una noche, en la que teníamos que cruzar en los ciclomotores una jauría de perros, de los que solo distinguiamos las mandíbulas agitadas y los ojos rojos. No teníamos como evitarlos, teníamos terror. Una de las chicas se largo, y después de atravesarlos se cayo de la moto y empezó a llorar, los perros la rodearon. Así que me transforme en una figura de Marvel (solo para impresionarlas), acelere, no demostré temor alguno, aleje atrevida a los perros, levante la moto y por supuesto a ella, y grite como alma que lleva el diablo porque no podía sostener mas mi miedo y los perros lo estaban notando. Temblabamos, no solo de miedo, en la Violeta el invierno se hacia sentir. Así que le grite y arrancamos a una velocidad que lo dejaba corto a Nicki Lauda. A tal punto que se me salio la tapa del tanque de nafta. Llegamos a la única YPF que había en el pueblo. Todo estaba oscuro, salvo por la luz de las estrellas, así que mas tranquila, volví a arrancar y encontré la tapa del tanque de nafta. El ciclomotor de mi amiga era de Dario, se lo había prestado, pero ambas nos dimos cuenta que tenia bollos en los espejos, el manubrio torcido, nos iban a matar. Pero ella conocía a alguien que en esa madrugada nos salvo la vida y al día siguiente nadie noto las magulladuras de la moto.

Un par de recuerdos mas. Todas las noches, la Tota cocinaba como los dioses, previa picada que devorábamos sin hesitar. Después teníamos ordenes precisas de lavar los platos, secarlos, guardarlos y barrer alrededor de la mesa. Mientras tanto ella armaba en cajas viandas para la gente pobre del pueblo con todo lo que había sobrado. Al día siguiente, siete en punto de la mañana, salíamos con guantes gorros de lana y camperas para la nieve, y las dejábamos en cada una de las casas a las que ella nos enviaba. A veces nos invitaban a tomar mate, para aliviarnos un ratito del frio y seguir.

Por las tardes, a Ileana le encantaba pasar a tomar mate con dos ancianos que adoraba, y a los que yo también aprendi a querer. Los días transcurrían entre ciclomotores, paseos en autos de amigos, comiendo Carlitos en la única confitería del pueblo (así llamaban a los tostados de jamón y queso). Pero lo que mas ternura me causo, fue la vez que fuimos cuatro amigos, y cuando regresábamos de alguna joda a la madrugada, nos encontrábamos con las camas perfectamente hechas, abiertas como de Hotel Hilton, y una bolsa de agua caliente en los pies de cada una. Se que sufri como todo adolescente, pero también, que nunca voy a olvidar mi paso por la Violeta y mi toc, aprendido de la Tota de tener una familia perfectamente calculada. En su disciplina, había mucha dulzura, amor diría yo por sobretodo. Mas adelante les cuento la historia del ahorcado del pueblo, ahora me voy a Munchis a tomar un helado.

Cuentos de Hadas suburbanas . Todos los derechos reservados. © /Desarrollo: Maira Gall / Ilustraciones: Lau Rolfo