Páginas

Las visitas, primera parte

5 mar 2021



 Son casi las siete de la tarde, normalmente llego a eso de las cinco. Ya me conocen, desecharon la actitud autoritaria más propia de algún nazi, que de quienes trabajan en un sanatorio. Eso si, tengo que fichar : sin fiebre y habitación señorita ?, esto último se lo agradezco al bozal que llevo puesto, levanto la tarjeta, anotan "Guerrero Luisa", habitación 122 de terapia intensiva. Sabe como llegar no ?. Si, si gracias, respondo con la seguridad de quien ya dio sus primeros pasos. Giro en redondo, a mitad de pasillo subo un escalinata, paso los ascensores, llego a la confitería-sala de espera.

A veces me toca él, extraño, bizarro, me desubica como personal de un lugar como ese. "Venis a ver a Luisa no ?", un leve cabeceo le responde. Espera, que llamo, pregunto si está todo tranquilo y podés pasar. En la confitería hay un teléfono de línea, en lugar de usar el de su anónimo escritorio, se va y de paso sigue hablando, su interlocutor ahora, es el cocinero. Empiezo a sacar el celu, llego siempre con poca batería. Apenas me siento, se me acerca y me dice "Proba vos llamar al interno 4058, a mi no me atiende nadie, ah, sabés que yo hacía de esas remeras, como la que tenes puesta, asi muy de los años 60´, dice que el me enseña la técnica de cuando era hippie ? (el tie-dye que rescató janis joplin ?), y claro que estoy usando algo parecido pero más comercial.


Entonces, en automático me recuerdo como secretaria privada, relatora de camarista pasando llamadas, buscando internos. En minutos me atienden, vuelvo a explicar, "Si pase señora, está todo bien".


Camino rápido, hay seis habitaciones, todas ocupadas, hay una especie de silencio pero con cierta sonoridad, como cuando el agua fluye. Entro, tiro la cartera y la campera de jean, hace frío acá, y de la nada se me ocurre pensar que todos los que están en ese lugar tienen una patita acá y otra allá, si es que hay un allá. Me siento, la miro, le tomo la mano y lloro un rato, siempre el mismo ritual. Al final me tranquilizo un poco, le paso crema, me saco el barbijo y pongo mi cara contra la de ella, le doy un beso o dos. Le hablo, la acaricio. Sigue inconciente desde la traqueotomía. Mi papá siempre decía que aferrarse a lo cotidiano en los malos momentos, es lo único que contiene las emociones. Entonces me acostumbro, a la serenata que en la habitación se ha transformado en una banda que solo toca percusión. Y suena el aparato que la ayuda a respirar, respirando literalmente, detrás se siente un agudo que proviene de una máquina con dos puntitos verdes que titilan, a eso lo acompañan los tubos que se extienden y vuelven a su lugar, es un sonido a plástico que se estira, y a continuación la cinta que los mantiene sujetos a ella como si fuera una lija.


Entró como una leona, y la veo apagarse, sino fuera por el respirador, la traqueotomía, y demás contingencias que sigue atravesando, me tomaría de la inconciencia que no tengo contenida y la devolvería a su casa. Es mi mamá, quiero que siga acá como siempre, escuchando e intentando apagar los incendios de mi vida desde que falleció mi papá. Ese es el otro tema, no quiero dejar de ser hija. A veces me da pavor una escara que se atreve a dejar que se vea un trocito de pierna en carne viva, ya no tiene tantos moretones, pero si miles de vías. Está absolutamente conectada "a la matrix", si como la de la trilogía de ciencia ficción donde Keanu Reeves -Neo- aliado a los insurgentes de turno intenta terminar con el poder que las máquinas tienen ahora sobre cuerpo y mente de los humanos. Pero intuyo que nuestro protagonista no puede hacer nada para que Smith, desista de infectar la matrix con virus.


Con lo coqueta que es, si llega a despertar con una traqueotomía de la que ni se enteró, "Depredador vs Alien" van a quedar así de chiquitos. Esta en un lugar copetudo, pero nunca fue como esas viejas pelo de cocker. La gente la adora, por su dulzura y corazón gigante. Entonces a veces le miento, le digo que abandone, que deje de esforzarse por ayudar a todos, que al final, no solo conoció a sus nietas y viajó a Disney, tuvo la yapa de recorrer los paises más lindos del mundo, vernos crecer a nosotras, y me salen más mentiras porque esta vez es mi mamá y no puedo imaginarme sin ella. Vuelvo a casa destrozada, no quiero dejar de hacer el papel de hija.  Tachen la generala doble y que los padres no se mueran nunca...



No hay comentarios

Publicar un comentario

Cuentos de Hadas suburbanas . Todos los derechos reservados. © /Desarrollo: Maira Gall / Ilustraciones: Lau Rolfo